En la celebración “Siente la cruz“, el 6 de marzo en la basílica de la Sagrada Familia, los jóvenes escucharán el testimonio de Ricardo Pareja, de 23 años, de Badalona, a quien le diagnosticaron hace dos años un tumor maligno en el mediastino. Al día siguiente de recibir la mala noticia, ingresado en el Hospital Germans Trias, decidió unir su cruz a la de Jesucristo y vivir la enfermedad en permanente estado de gracia y abandono al Señor.
En plena pandemia, el 18 de abril de 2020, le diagnosticaron un tumor maligno. ¿Cómo fue su reacción ante tan difícil noticia?
Lo viví como si estuviera al borde del precipio, con un vértigo tremendo. Te piensas que controlas algo de tu vida —los estudios, el noviazgo, el día a día— y de repente te cuentan que te mueres, que todo termina. Lo primero que hice fue contactar con un sacerdote que vino a visitarme al hospital. Me confesé, pedí perdón a quien tenía que pedir perdón, me reconcilié con mi historia y me puse en manos del Señor. Abrimos una lectura al azar y salió el pasaje en el huerto de los olivos. Jesús suda sangre y le dice al Padre: «Si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» A partir de esta lectura supe que iba a ser un acontecimiento muy potente en mi vida, donde la cruz entraba de lleno, y yo me tenía que sumergir y abandonar en el Señor totalmente.
“Supe que iba a ser un acontecimiento muy potente en mi vida, donde la cruz entraba de lleno”
¿Cuál era el pronóstico de los médicos?
Lo que me dijeron los médicos es que la salud caería en picado, que probarían varios tratamientos, y que no iba a ser nada fácil. La quimioterapia no dio resultado. Tampoco el trasplante autónomo de médula. El 1 de julio de 2021 probamos un trasplante de médula de mi hermano mayor. Fue una locura de ingreso. Pensando que iba estar unos días, estuve dos meses, al borde de la muerte constantemente. La misericordia del Señor, la oración y la comunión de los santos me ayudaron a vivirlo en paz. Ahora me estoy terminando de recuperar. Las últimas analíticas que me han hecho son de las mejores dentro de estos dos años de enfermedad. Ahora estoy a la espera de un PET TAC que me van a hacer el 7 de marzo para mirar cómo ha ido el trasplante, si estoy limpio o la enfermedad va progresando.
¿Qué implica este abandono y unión con la cruz de Cristo? ¿Cómo ayuda a afrontar las situaciones tan difíciles?
Lo que hice fue abandonarme totalmente al Señor, que me ha ido sosteniendo en los momentos de más dificultad. Apenas soy consciente de la cantidad de pruebas, sufrimientos, ingresos, situaciones que he vivido con paz, como un ofrecimiento al Señor, que me ha ido indicando lo que tenía que ir haciendo. He vivido acontecimientos muy potentes en el hospital con enfermos, pacientes, auxiliares.
¿Cómo ha sido esta labor evangelizadora en el hospital?
En determinados momentos de la vida como es la enfermedad, uno tiene una intimidad más potente con el Señor, puede sentirlo más cerca. Esto me ayudaba a poder hablar del Señor con trabajadores y pacientes del hospital. Ellos me contaban también, porque cuando una persona ve que hay una entrega a nivel de vida, de corazón, sencilla, también se abre, y se puede dar un compartir potente en el que el Señor puede obrar. Tengo experiencias con trabajadores que, sin saber rezar, han buscado en Google la oración del Padrenuestro para rezar por mí, por las duras pruebas que me iban a realizar. Un compañero de habitación me contaba su historia, llorando, porque sus hijos solo le visitaban para sacarle información y firmas para la herencia. Esta persona, tras cuarenta años sin confesarse, se confesó, recibió la comunión y esa misma noche falleció. Tengo un montón de acontecimientos así vividos y otros muchos que guardaré en mi corazón, como una intimidad con el Señor muy potente.
“En momentos de la vida como es la enfermedad, uno tiene una intimidad más potente con el Señor”
¿Qué importancia tiene la oración en medio de la enfermedad?
La oración es lo primordial dentro de la enfermedad. Cuando yo decido abandonarme, me pongo en oración, en manos del Señor, y me dejo llevar. También a través de la comunión de los santos, de miles de personas rezando por mí, en momentos en los que yo no podía rezar, porque estaba hecho polvo. Son esas oraciones las que hacen que pueda vivirlo en paz, como un ofrecimiento, al servicio de la Iglesia.
Este acontecimiento tan potente, ¿cómo ha transformado su perspectiva, sus proyectos de futuro, su actitud ante la vida?
Los proyectos siguen siendo los mismos, quiero terminar los estudios (estoy estudiando el grado superior en Administración y Finanzas), casarme con mi novia, con quien llevo cuatro años y medio, e intentar discernir por dónde Dios me quiere ir llevando. Evidentemente, a nivel espiritual es la experiencia más potente que nunca he tenido. Aquí estamos un tiempo, no vivimos eternamente, por eso tenemos que estar atentos al itinerario que el Señor quiere para cada uno de nosotros, la misión que nos encomienda, para después vivir eternamente en el cielo. También se me ha ensanchado bastante el corazón respecto al enfermo que tengo al lado, a mi novia, a mi familia. Se me ha enternecido el corazón, de sufrir y ver tanto sufrimiento, de tener la muerte física muy cerca, de estar muy vivo en la tierra y a la vez tener el cielo muy presente.
¿Cuál fue su relación con el obispo Toni Vadell, que murió el pasado 12 de febrero de un cáncer de páncreas?
El obispo Vadell ha sido uno de los embajadores de mi enfermedad, fue de los primeros en llegar a casa cuando se enteró de mi historia. Se presentó en casa, él como siempre tan activo y tan dispuesto a estar al servicio, hablar, predicar y compartir. A raíz de ahí, tuve un contacto bastante estrecho con él, una relación de pastor a oveja, de padre a hijo. Nos escribíamos, nos llamábamos, nos visitábamos y sobre todo rezábamos los unos por los otros.
¿Cuando vino a tu casa ya conocía su enfermedad?
Entonces no estaba enfermo, estaba sano. Cuando le detectaron la enfermedad, me enteré de los primeros y pude compartirlo con él. Se encomendó a Joan Roig como intercesor para que hiciera un milagro, pero pienso que el Señor quiere algo más y que el protagonista sea Toni Vadell. Así como era muy activo y estaba a tope con los jóvenes, lo está ahora intercediendo desde el cielo, y se va a liar parda en Barcelona a nivel cristiano y de la juventud. Hay que aprovechar porque sucederán cosas.
¿A qué te refieres con que sucederán cosas?
Barcelona está muy secularizada, y cada vez al cristiano se le va a pedir más autenticidad. Para nosotros hay cosas sin sentido. ¿Qué sentido tiene que un obispo tan activo con los jóvenes de la diócesis, con 50 años, con lo mal que está la mies, el clero, con pocas vocaciones, qué sentido tiene que muera? Es más, el Papa le dijo que se tenía que recuperar porque había mucho trabajo. Pues ha fallecido, porque el Señor tiene un plan mucho más potente que nosotros no podemos ver por nuestra mentalidad, porque somos humanos y limitados.
¿Qué mensaje quiere transmitir a los jóvenes durante la celebración «Siente la cruz»?
Quiero que el joven se quede con lo que nos pide el Señor, que es muy sencillo pero a la vez un acto de fe: ¿qué hacemos apartando la cruz si seguimos a un crucificado? Jesús nos pide coger la cruz y seguirle. Yo, cogiendo la cruz y siguiéndole, he experimentado cómo el Señor convierte el sufrimiento en amor en estado puro; es un espectáculo.
“He experimentado cómo el Señor convierte el sufrimiento en amor en estado puro; es un espectáculo”